John Griffith Chaney, conocido como Jack London (1876-1916), creció en Oakland. A los catorce años dejó el colegio y pasó su juventud trabajando como pescador, patrullero de costas o marinero a la caza de focas. También sufrió el desempleo y fue arrestado por vagabundear, hasta que se trasladó a Alaska empujado por la «fiebre del oro». Allí vivió sus experiencias más duras, pero también las que plantarían la semilla de la escritura. De ese entorno surgen sus primeros relatos y los que le granjearon fama inmediata: La llamada de la selva (1903) y Colmillo Blanco (1906), para muchos sus mejores obras. La desnutrición y sus escasas ganancias lo llevaron de vuelta a California, pero no tardó en hacerse de nuevo a la mar. Primero (1904) como corresponsal de guerra y más adelante (1907) con su propio navío, en una expedición que recorrió el mundo durante varios años y que inspiró Cuentos de los mares del Sur (1911), otro de sus títulos más conocidos. A su vuelta compró una gran propiedad, pero un incendio fortuito destruyó la nueva casa y aquello afectó profundamente a la salud del autor, ya de por sí precaria en aquel momento. Falleció en su rancho de California a los cuarenta años.