La escena filosófica de la caverna, utilizada por Badiou como ejemplo y resumen de su propia filosofía, no solamente posee intrínsecamente la forma de vida del filósofo, sino que también muestra la necesidad permanente de afirmar la filosofía como eje vertebrador de lo humano frente a formas de vida inhumanas, las que se muestran en la alegoría platónica como seres encadenados. Para Badiou la naturaleza del filosofar es siempre dar un paso más en el núcleo de un problema que existe desde siempre; que le es legado al filósofo para que se haga cargo de él y transite con él. Hay en el filosofar una interpretación de este legado del cual nunca se llega a tener una respuesta completa; por esta razón la filosofía nunca es concluyente, sino que sólo lo hace presente y da testimonio de su existencia.